30 días para la reflexión. Día 19: Sobre el Barebacking
Desde los Estados Unidos, como tantas cosas que nos han llegado desde allí. Bareback tiene como traducción “montar a pelo”, es decir, en nuestro contexto follar sin protección. Seguro que no nos pondríamos de acuerdo sobre el alcance y extensión de este fenómeno en nuestro país, porque cada uno lo contemplaríamos desde nuestra visión. Basta que lo hayamos visto un par de veces en algún sitio, o que nos encontremos con frecuencia perfiles en internet de “barebackers” para pensar que es algo común. De entrada, su sola existencia es preocupante por minoritario que sea. Pero, como en todo lo referido a la sexualidad, generalizar tiene su trampa.
En realidad la traducción “follar a pelo”, si no falsa, es incompleta. No se puede afirmar que “practicar bareback” equivalga a “practicar sexo no seguro”. Existen un buen número de motivos para follar sin condón: inseguridad, falta de habilidades o de autoestima, miedo a quedarme sin el ligue, minimizar el riesgo de la infección, estar enamorado, tener un calentón, no tener un condón a mano, estar bajo el efecto del alcohol o las drogas… pero nada de eso es barebacking.
Barebacking es tener sexo no seguro de una manera consciente y supuestamente informada. Quienes lo practican saben qué es el VIH, como se transmite y como se previene, pero de una manera intencional buscan activamente infectarse o bien no les importa la posible transmisión por una serie de motivos:
Querer experimentar: cuando ya se ha hecho “de todo” de alguna manera se piensa que infectarse es “lo más”.
Estar harto de la prevención, el sida y los condones. Puede ocurrir que algunas personas tengan dificultades para ser constantes con el condón. En ese caso, puede aparecer la idea de que “antes o después me infectaré, y cuanto antes ocurra, antes dejaré de preocuparme”.
Pertenecer a un grupo. Si toda mi vida he sentido que no pertenezco a nada, se podría pensar que infectarse es pasar a formar parte de una “hermandad”… claro que esto en nuestro contexto es más bien absurdo, porque por todo lo que hemos dicho en el blog, tal comunidad de gays seropositivos no existe en nuestro país. Quizá en Estados Unidos o Reino Unido.
Transgredir las normas. Si el sexo seguro es una norma para la comunidad gay, quienes se sitúan en subculturas de la trasgresión de normas, roles, papeles sexuales, ¿por qué no iban a transgredir también la norma del sexo seguro?
Todo ello ocurre en un contexto en el que se ha relativizado la gravedad de la enfermedad y se desconoce el día a día de las personas infectadas, sus complicaciones a nivel médico, emocional y social.
La mayoría de hombres gays usan de manera habitual el preservativo. Tener episodios excepcionales de sexo no seguro es algo que alguna vez le ha ocurrido prácticamente a todo el mundo con más de cinco o seis años de experiencia sexual a sus espaldas. Eso no nos hace barebackers. Por cierto, y por aquello de “la responsabilidad”; todos los estudios indican que la práctica totalidad de los seropositivos que conocen estar infectados por el VIH utilizan preservativo de manera constante en la penetración.
En un estudio muy reciente en el que COGAM ha participado con la Universidad Autónoma de Madrid, aún sin publicar, sobre los usuarios de locales de sexo anónimo, no se ha encontrado evidencias de que exista algo así como una cultura del barebacking en Madrid. No pretendo restar importancia al fenómeno, ni digo que no exista. Sólo digo que es minoritario y no representa la sexualidad de los hombres gays y bisexuales. Confundir barebacking con sexo no seguro, sin más, como se está haciendo en algunos medios es confuso y tendencioso. No todas las personas que tienen sexo no seguro son barebackers. Decir esto, lleva implícita la afirmación de que la sexualidad de los gays es irresponsable y apoya los argumentos de quienes ven en la sexualidad gay una sexualidad enferma. Hay que estudiar este fenómeno y preguntarse qué está haciendo esta sociedad, el sistema educativo, sanitario, laboral… todos los implicados, para que un grupo de personas, de esta manera tan terriblemente consciente, piensen que su salud no tiene ningún valor, o que vale más sentir que uno encuentra su “lugar” en el mundo.
Alberto Martín-Pérez
Vicepresidente y coordinador de la comisión de salud
En realidad la traducción “follar a pelo”, si no falsa, es incompleta. No se puede afirmar que “practicar bareback” equivalga a “practicar sexo no seguro”. Existen un buen número de motivos para follar sin condón: inseguridad, falta de habilidades o de autoestima, miedo a quedarme sin el ligue, minimizar el riesgo de la infección, estar enamorado, tener un calentón, no tener un condón a mano, estar bajo el efecto del alcohol o las drogas… pero nada de eso es barebacking.
Barebacking es tener sexo no seguro de una manera consciente y supuestamente informada. Quienes lo practican saben qué es el VIH, como se transmite y como se previene, pero de una manera intencional buscan activamente infectarse o bien no les importa la posible transmisión por una serie de motivos:
Querer experimentar: cuando ya se ha hecho “de todo” de alguna manera se piensa que infectarse es “lo más”.
Estar harto de la prevención, el sida y los condones. Puede ocurrir que algunas personas tengan dificultades para ser constantes con el condón. En ese caso, puede aparecer la idea de que “antes o después me infectaré, y cuanto antes ocurra, antes dejaré de preocuparme”.
Pertenecer a un grupo. Si toda mi vida he sentido que no pertenezco a nada, se podría pensar que infectarse es pasar a formar parte de una “hermandad”… claro que esto en nuestro contexto es más bien absurdo, porque por todo lo que hemos dicho en el blog, tal comunidad de gays seropositivos no existe en nuestro país. Quizá en Estados Unidos o Reino Unido.
Transgredir las normas. Si el sexo seguro es una norma para la comunidad gay, quienes se sitúan en subculturas de la trasgresión de normas, roles, papeles sexuales, ¿por qué no iban a transgredir también la norma del sexo seguro?
Todo ello ocurre en un contexto en el que se ha relativizado la gravedad de la enfermedad y se desconoce el día a día de las personas infectadas, sus complicaciones a nivel médico, emocional y social.
La mayoría de hombres gays usan de manera habitual el preservativo. Tener episodios excepcionales de sexo no seguro es algo que alguna vez le ha ocurrido prácticamente a todo el mundo con más de cinco o seis años de experiencia sexual a sus espaldas. Eso no nos hace barebackers. Por cierto, y por aquello de “la responsabilidad”; todos los estudios indican que la práctica totalidad de los seropositivos que conocen estar infectados por el VIH utilizan preservativo de manera constante en la penetración.
En un estudio muy reciente en el que COGAM ha participado con la Universidad Autónoma de Madrid, aún sin publicar, sobre los usuarios de locales de sexo anónimo, no se ha encontrado evidencias de que exista algo así como una cultura del barebacking en Madrid. No pretendo restar importancia al fenómeno, ni digo que no exista. Sólo digo que es minoritario y no representa la sexualidad de los hombres gays y bisexuales. Confundir barebacking con sexo no seguro, sin más, como se está haciendo en algunos medios es confuso y tendencioso. No todas las personas que tienen sexo no seguro son barebackers. Decir esto, lleva implícita la afirmación de que la sexualidad de los gays es irresponsable y apoya los argumentos de quienes ven en la sexualidad gay una sexualidad enferma. Hay que estudiar este fenómeno y preguntarse qué está haciendo esta sociedad, el sistema educativo, sanitario, laboral… todos los implicados, para que un grupo de personas, de esta manera tan terriblemente consciente, piensen que su salud no tiene ningún valor, o que vale más sentir que uno encuentra su “lugar” en el mundo.
Alberto Martín-Pérez
Vicepresidente y coordinador de la comisión de salud
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